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jueves, 8 de agosto de 2013

Parásitos en gatos

Cuando un gato entre por primera vez en nuestra casa la primera tarea es desparasitarlo. De esta forma, podremos estar tranquilos sabiendo, en primer lugar, que nuestro gato no padece la presencia en su cuerpo de estos molestos huéspedes, que pueden afectar negativamente a su salud.

Desparasitar al nuevo miembro de la familia también beneficia al resto de moradores de la vivienda. Es importante para que ni nosotros ni nuestra familia, especialmente los niños y ancianos, corramos el riesgo de contagiarnos y sufrir en nuestras propias carnes a los parásitos; algunos de los cuales pueden causar enfermedades a los seres humanos.

Vías de transmisión. Existen varias vías de contagio o transmisión de parásitos en los gatos. Una de ellas es a través de la leche materna, cuando los cachorros pueden ingerir las larvas, de parásitos como las ascárides, durante la lactancia. Algunas formas parasitarias se transmiten también durante la gestación a través de la circulación sanguínea materno-fetal. Otra forma de contagio son los alimentos contaminados, y suele darse cuando los gatos cazan y comen ratones o pájaros. También es común la penetración de larvas a través de la piel de los félidos.
Parásitos internos. Los parásitos internos son seres que viven a expensas de nuestro gato instalándose en el interior de su organismo, normalmente en sus intestinos, donde se alimentan y se reproducen. Lombrices, tenias, anquilostomas, ascárides… son parásitos que se combaten mediante gotas, jarabes o comprimidos bajo prescripción veterinaria.
Los síntomas más frecuentes son, en los cachorros, un abdomen demasiado abultado en comparación con el resto del cuerpo. En los adultos, una delgadez acentuada sin causa aparente, cuando el gato come con normalidad. Son causa de decaimiento en el animal, que puede presentar un aspecto enfermizo y si no es tratado, en algunos casos puede tener graves consecuencias.
 
Parásitos externos. Los parásitos externos más comunes son las pulgas y las garrapatas. Sabremos que nuestro gato tiene pulgas si se rasca constante e insistentemente y detectamos una especie de caspa de color negro en la superficie de la piel -que son las heces de las pulgas-. En casos extremos, puede presentar incluso caída del pelo y pérdida de vitalidad, sobre todo en ejemplares jóvenes. En el caso de las garrapatas, no es aconsejable tratar de quitárselas a la fuerza, ya que sus patas quedarían insertadas en la piel del gato, causando una infección. Lo mejor es acudir a un veterinario. Si no podemos acudir a él, debemos aplicar aceite o alcohol sobre la garrapata, esperar unos segundos para que se debilite y reduzca la fuerza con que está agarrada a la piel, y seguidamente retirarla con unas pinzas tirando de ella suavemente para llevarnos todo su cuerpo y no dejar la cabeza y las patas en el interior de la piel.
 

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